viernes, 13 de noviembre de 2009

Brasil, el alumno aventajado para The Economist

Esta semana la revista británica vuelca su atención al gigante suramericano, un país que pretende convertirse un día en la quinta economía del mundo. Un país que no sólo es fútbol o carnaval, sino que en pocos años podría adelantar a países como Gran Bretaña o Francia. The Economist hace un análisis de las fortalezas y desventajas de este país.

Hace unos años era impensable creer que un país como Brasil formaría parte de un grupo de países emergentes, junto con China, India y Rusia, con la capacidad de dominar al mundo. De hecho, cuando en el 2003 Goldman Sachs planteó por primera vez el término BRIC, “hubo un gran revuelo acerca de incluir la B en el acronismo”, recuerda The Economist.

El escepticismo no era para más. En esa época el crecimiento de Brasil era “tan escaso como sus bañadores” y el país figuraba en el mapa “sólo por el fútbol y el carnaval”, dice el semanario. Además de ser presa fácil de cada crisis económica mundial, gozaba de una constante inestabilidad política, por lo que infinidad de ocasiones desaprovechó su enorme potencial.

Está claro que China está empujando al mundo para salir de la recesión económica, Brasil no se ha quedado atrás. Si bien no pudo escapar del golpe, ha sido de los pocos países en entrar tarde a la crisis y el primero en salir de ella. Su economía está volviendo a crecer a ritmos anuales del 5 por ciento. Y se espera un mayor auge gracias al descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y al interés de países asiáticos en sus vastos recursos naturales. “Brasil se convertirá en la quinta economía mundial para el año 2014, por delante de Gran Bretaña y Francia”, asegura la revista.

En muchos aspectos Brasil supera a los otros países del BRIC. Al contrario de China, este país es una democracia. Comparado con India, no tiene conflictos religiosos o étnicos, ni una insurgencia o vecinos hostiles a sus intereses. Y a diferencia de Rusia, trata bien a los inversores y exporta más que armas y petróleo. “Cuando se trata de políticas sociales eficientes y un efectivo estímulo al consumo interno, el mundo puede aprender más de Brasil que de China”, insiste The Economist.

La llegada de Brasil al escenario mundial ha sido firme y no repentina. Se remonta a la década de los 90 cuando decidió establecer importantes políticas económicas. Desde aquella época, el Banco Central gozó de autonomía y se encargó de mantener a la baja a la inflación y se aseguró de que los bancos no cometieran los mismos errores que en EEUU y Europa. La economía dio la bienvenida a inversores extranjeros y a capital privado, permitiendo la privatización de un gran número de empresas estatales.

En este contexto surge un ejército de nuevas y ambiciosas empresas multinacionales brasileñas, como: la petrolera, Petrobras; la gigante minera, Vale, el productor de aviones, Embraer o JBS que está por convertirse en el principal productor mundial de carne. Además cada día, inversores extranjeros buscan nuevas oportunidades de negocio en este país, atraídos por un mercado en crecimiento, gracias al surgimiento de una clase media.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. The Economist resalta también las debilidades de este país. Por ejemplo, el gasto estatal está creciendo a ritmos más rápidos que la propia economía en su conjunto, mientras que el sector público y privado está invirtiendo muy poco. “El dinero del Estado se está mal gastando”, opina la revista. La deuda pública ya rebasa el 13 por ciento, y a pesar de ciertos avances en la educación e infraestructura, Brasil aún no alcanza los niveles de China o Corea del Sur.

Y los problemas están saliendo a flote. Desde diciembre, el real a ganado casi 50 por ciento de valor sobre el dólar. Esto ha contribuido a elevar el estándar de vida de los brasileños, gracias al abaratamiento de las importaciones a costa de los exportadores. Si bien el gobierno impuso un impuesto al flujo de capitales de corto plazo, “esto no evitará la depreciación del real, menos en momentos en los que el petróleo brasileño está por salir al mercado”, opina The Economist.

El semanario británico concluye que el éxito de Brasil está siendo algo pretencioso, ya que aún falta un largo camino para que este país se convierta en una potencia mundial. Sin embargo hay que aplaudir el trabajo del presidente Lula quien ha sabido aprovechar el boom de los commodities y ha podido cosechar los frutos heredados por el gobierno de Cardoso. “El camino de Brasil ya está marcado y su despegue merece nuestra admiración ya que ha sido logrado gracias a las reformas y a un consenso democrático. Algo que China no ha podido lograr”, dice The Economist.

No hay comentarios:

Publicar un comentario